¿Fríos eran los de antes?

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Frase popular si las hay. Fríos intensos que ya no existen y que solo pertenecieron a épocas pasadas.

Las historias de días gélidos en décadas anteriores fascinan. A veces en esos relatos solo falta Manny, el simpático mamut de “La Era de Hielo”.

¿Hacía más frío o pasábamos más frío?

MeteoSalto dispone de dos estaciones propias y los datos de numerosas estaciones en nuestra región.

La estación MeteoSalto I se encuentra la planta urbana de Salto, mientras que la MeteoSalto II está en zona rural (literalmente en el medio del campo). Esas dos estaciones más una tercera que registra datos suburbanos fueron comparadas durante los días de este invierno. En los gráficos EU (estación urbana), ESU (estación suburbana) y ER (estación rural).

Las áreas urbanas acumulan calor durante el día y lo desprenden lentamente durante la noche. Esto provoca un efecto de isla de calor urbana. Mientras en el área rural las temperaturas descienden más rápidamente, en las ciudades este proceso es más lento. Poco después de la entrada del sol las diferencias de temperatura entre los dos sitios aumenta. Este proceso se prolonga durante la noche. Habitualmente hacia la salida del sol, si bien esa diferencia disminuyó, aún existe una brecha, y las mínimas rurales son menores a las de las zonas pobladas.

Ocurre algo similar cuando ingresa una masa de aire frío. La  misma se instala rápidamente en zonas descampadas pero en las ciudades cuesta desplazar el calor instalado y durante ese primer día de frío las diferencias de temperaturas mínimas también son notorias.

Este fenómeno está absolutamente registrado en grandes urbes. En Tokio (Japón) se han medido hasta 12 grados de diferencia entre el centro de esa capital y los jardines de la residencia imperial, a muy pocos kilómetros. Alcanza con mirar durante las mañanas cualquier noticiero de la ciudad de Buenos Aires y comparar las temperaturas de Buenos Aires versus las de Ezeiza. La disparidad entre ambas mediciones suele llegar a 7 grados. En el caso de Buenos Aires hay una ayuda extra del Río de la Plata que atempera los descensos nocturnos de temperatura.

En pequeñas ciudades como Salto tenderíamos a creer que eso no ocurre, pero sí. Quien quiera comprobarlo puede hacerlo en algún vehículo que registre temperatura exterior. Al venir desde la zona rural a Salto en un  anochecer con baja humedad relativa se podrá verificar como sube la temperatura a medida que nos adentramos en la ciudad.

Una población mayormente urbana rodeada por asfalto, calles angostas, casas pegadas unas a otras y muchas veces escaso verde, no percibe el frío que está a pocos kilómetros. La vida moderna permite que gran parte de los habitantes urbanos disponga de calefacción las 24 horas, mejores abrigos (ropa térmica), ambientes escolares y laborales calefaccionados, automóviles climatizados, etc. Estos son sólo algunos de  los múltiples factores que nos hacen percibir erróneamente que el frío está en retirada. El frío, como el de antes a lo mejor está cerca, simplemente rondando la ciudad. Quienes todas las noches y las mañanas se exponen al aire libre pueden dar fe que el mítico calentamiento global tiene mucho asfalto y poco campo.

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