Cumplida la primera mitad del año, repasamos como viene hasta aquí el régimen de lluvias.
Si bien la suma de los primeros seis meses tiene números poco sorpresivos, los mismos surgen de una gran heterogeneidad de lo que ocurrió en cada uno de ellos.
Tuvimos dos meses, febrero y abril, con excesos, y cuatro, enero, marzo, mayo y junio con déficits.
En Salto, el primer semestre acumuló 502 mm. En Berdier, donde se origina nuestra base histórica de datos, el milimetraje crece hasta 550 mm.
El acumulado histórico de los primeros seis meses del año es de 596,5 mm. Eso significa el 55.4% de lo que llueve en promedio en un año calendario.
Es interesante repasar que ha ocurrido en los años en los que llegamos a la primera mitad debajo de los promedios históricos.
Quizás no sea un indicador científico de lo que ocurrirá en lo que viene, pero puede ser un parámetro de lo que podemos esperar, de acuerdo a lo que ya sucedió en otras oportunidades.
En una serie de 65 años, en 28 ocasiones el acumulado del primer semestre estuvo debajo de la media histórica. Cuando ese faltante fue de hasta un 20%, como está pasando en este 2016, sólo 4 de los 11 años en lo que esto ocurrió, pudieron recuperarse hasta el promedio o incluso superarlo.
En los otros siete, la escasez se mantuvo o incluso se agravó en el segundo semestre.
Cuando llegamos a la primera mitad del año con un déficit mayor al 20%, las posibilidades de levantar ese número y equilibrarlo antes de fin de año son pocas.
En 17 años de la serie la carencia superó ese porcentaje. Uno de esos años la recuperó y tuvo excesos (2009), uno se equilibró (1996), mientras que los otros 15 no pudieron llegar a las medias históricas anuales. 
2016 llegó a la primera marca con una insuficiencia que en nuestra zona va del 10 al 20%. Si bien el presente indica de algunos retrasos en las siembras por los excesos de humedad en los suelos, no está mal pensar en una primavera o verano que nos pueda dejar algunos escalones debajo de las necesidades hídricas.
